Una ojeada en blanco y negro
Quienes formamos el equipo del Café Central estamos comprometidos con nuestra historia y con la de nuestro entorno, una historia centenaria cuajada de avatares de uno y otro signo, que vale la pena espulgar y divulgar.
La Plaza de la Constitución como centro social malagueño, albergó numerosos cafés desde los principios del siglo XIX cuando fueran creados estos tipos de establecimientos hosteleros que enseguida registraron tanto éxito. Los cafés vinieron a cubrir un vacío en la hostelería de entonces y se convirtieron en espacios óptimos para la desenvoltura de la nueva sociedad decimonónica.
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Hubo cafés de muchos tipos, desde los que poco se diferenciaban de las tabernas, pasando por los que poco se diferenciaban de los restaurantes, hasta los que poco se diferenciaban de los teatros y de los cabarets con posterioridad. A menudo fueron modificando sus funciones y sus servicios al socaire de las demandas de las clientelas siempre nuevas cada pocos años, cada generación.
Los cafés que predominaron en la plaza fueron los que además de ofrecer géneros cualificados y servirlos con esmero, poseían salones, saloncitos y terrazas confortables y a propósito para la formación de tertulias más o menos fijas, para el fomento de las relaciones sociales en suma. De aquellos cafés inefables nos consideramos herederos.
Hemos encargado la elaboración de la historia de los cafés de la plaza a nuestro amigo Eusebio Rioja, autor de diversos estudios acerca del devenir en el tiempo de la hostelería malagueña, persona acostumbrada a manejar papelotes viejos, como acostumbra a decir. A medida que los vaya redactando, los iremos colgando en nuestro blog.
En éste órden:
1) El Café de la Loba
2) El Café de la Lobilla
3) El Café España
4) El Café del Turco
5) El Café Suizo
6) El Café Múnich
y por último
7) El Café Central
Esperamos que os guste
